Desde que me casé lo he intentado todo respecto a la jardinería, pero al parecer llegué tarde a la repartición de talentos.
Lo primero que compré fue un árbol pequeño, la etiqueta decía algo así: “ficus vrontuarius”, sonaba más a dinosaurio prehistórico que a árbol, pero era bonito así que lo llevé a casa.
Mi abuela me había enseñado que hay que hablarles a las plantas para que crezcan fuertes y verdes, así que le comencé a hablar a mi primogénito adoptivo “ficus”.
Creo que el pequeño árbol no entiende castellano, porque por más que le hablé no sobrevivió.
¿probaste echándole agua? Me dijo mi madre.
Le eché agua a ver si resucitaba… algunas hojas verdes quedaron en pié, y con la esperanza que le salieran de vuelta lo sacaba a tomar sol y lo entraba en la noche para que no tuviera frío.
Poco a poco comenzó a brotarle hojitas verdes.
Esperando que crezca y sea “mayorcito” como para que dé fruto… me preguntaba, que clase de fruto dará éste árbol?
Mucho después supe que el ficus dá fruta silvestre, imposible de comer. Tanto que lo cuidé y me esmeré… no podré disfrutar de su fruto?
Es la misma pregunta que Dios nos haría en caso de que no diéramos los frutos que El espera: “tanto que te cuidé y me esmeré por ti y te amé hasta la muerte, no podré disfrutar de tu fruto?”
Cual es el fruto que Dios espera que le demos?
• “y serán llamados árboles de justicia, plantío de Jehová para gloria suya” (Isaías 61:3)
• “La muerte y la vida están en poder de la lengua,
Y el que la ama comerá de sus frutos” (proverbios 18:21)
Tu vida y tu futuro, está en poder de lo que dices, y lo que dices eso haces, eso es tu fruto.
Dios nos plantó en esta tierra para darle gloria con nuestra lengua, con nuestras acciones.
Si podemos darle a Dios lo que es de El, Él también cumplirá en darnos lo que necesitemos y más abundantemente de lo que pedimos o entendemos.
Tus acciones determinan tu futuro, ¿que estás hablando hoy?
“el árbol bueno no puede dar frutos malos, ni el árbol malo, bueno” (mateo 7:18)
Dios te ilumine!