Confieso que he tenido miedo… miedo a acercarme a El, a Jesús.
Una vez que me entregué, tampoco lo hice bien, pues sólo me entregué un 10%… pero esperen! Les cuento desde el principio:
Cuando acepté a Jesús como mi salvador, creí que ya estaba todo echo de mi parte, pero ese fue sólo el 10%
Al ir conociendo más la Biblia, descubrí todo lo que Dios pedía de mí:
“hacer justicia, amar misericordia, y humillarme ante Dios”
Ah!… fácil. Dije… pero la verdad, me ha costado amar y humillarme.
Mi orgullo, no me ha dejado humillarme tan fácilmente como creí poder hacerlo. Así tuve que luchar con mi orgullo, tragármelo, callar muchas veces, ayunar otras… no hasta que se minimise, sino hasta que sea ELIMINADO.
Cada debilidad mía, ha tenido un trato especial, donde yo por MI VOLUNTAD, decidía obedecer a Dios.
Quisiera decir que siempre fue así, pero no.
En otras áreas de mi vida fue Dios quién tuvo que tratar conmigo aún sin mi consentimiento, porque un Padre sabe lo que es bueno para sus hijos, El me dio lo que era bueno para mí, aunque no me gustara.
En fin… toda área fue tratada, y no es que ya lo haya alcanzado todo, pero prosigo a la meta, cojeando, con algunas heridas y muchas cicatrices, pero lo importante es seguir con los ojos puestos en Jesús, que es mi mejor premio.
Cada área vá siendo entregada, cada obstáculo va siendo sorteado hasta que sea El al 100%, y aunque pasamos por momentos crueles, muchas veces, seguimos en pié y eso es digno de alabanza a Dios y recordatorio para el diablo que cree que es vencedor, pero hasta ahora nada ha vencido, porque es un tramposo!
Si el diablo te recuerda tu pasado, recuérdale su futuro, porque ya ha sido condenado!
Puede encerrarte en una jaula, hacerla rodar o atarte, pero vendrá el salvador, y te rescatará, te curará, te recogerá con grandes misericordias y al final a Su lado estarás para siempre.
En el nombre que es sobretodo nombre, Jesucristo de Nazareth. Amen.