Si te falta A, no busques B
por Bernardo Stamateas
Filipenses 4:10-19:Me alegro muchísimo en el Señor de que al fin hayan vuelto a interesarse en mí. Claro está que tenían interés, sólo que no habían tenido la oportunidad de demostrarlo. No digo esto porque esté necesitado, pues he aprendido a estar satisfecho en cualquier situación en la que me encuentre. Sé lo que es vivir en la pobreza, y lo que es vivir en la abundancia. He aprendido a vivir en todas y cada una de las circunstancias, tanto a quedar saciado como a pasar hambre, a tener de sobra como a sufrir escasez. Todo lo puedo en Cristo que me fortalece. Sin embargo, han hecho bien en participar conmigo en mi angustia. Y ustedes mismos, filipenses, saben que en el principio de la obra del evangelio, cuando salí de Macedonia, ninguna iglesia participó conmigo en mis ingresos y gastos, excepto ustedes. Incluso a Tesalónica me enviaron ayuda una y otra vez para suplir mis necesidades. No digo esto porque esté tratando de conseguir más ofrendas, sino que trato de aumentar el crédito a su cuenta. Ya he recibido todo lo que necesito y aún más; tengo hasta de sobra ahora que he recibido de Epafrodito lo que me enviaron. Es una ofrenda fragante, un sacrificio que Dios acepta con agrado. Así que mi Dios les proveerá de todo lo que necesiten, conforme a las gloriosas riquezas que tiene en Cristo Jesús.
Declaro que A va a ser sano con A y no con B.
Uno de los dones más lindos que hay en La Biblia es el don de dar. Un don es la capacidad sobrenatural que Dios nos da para liberar nuestro potencial. ¿Por qué uno tiene que dar? Porque a otro le falta algo. A todos nos falta algo. Nos puede faltar dinero, afecto, salud, alegría. Todos tenemos carencias y hay distintos niveles de carencias. Hay gente que está en un estado de miseria, no tienen absolutamente nada de nada y son linyeras. Hay personas a las que no las llama absolutamente nadie. Hay otro nivel que es el nivel de lapobreza, la persona tiene muy poquito, es el clásico pobre. Hay otro nivel que es el que vive con lo justo, ya sea en la salud, en la economía, etc. Hay otro nivel que es el nivel de la abundancia que es cuando nos sobra. Y hay un último nivel, del que habla La Biblia, que es el de la sobreabundancia que es cuando nos sobra mucho durante mucho tiempo. Dios nos ha prometido que Él nos dará sobreabundancia en todas las áreas de la vida. Sobreabundancia es que las carencias que nosotros tenemos (en el nivel de miseria, pobreza, lo justo o la abundancia) Dios las suplirá conforme a las riquezas que Él tiene.
Cuando tengo una carencia, busco satisfacerla y sanarla pero la puedo sanar bien, o la puedo sanar «mal», es decir, creer que la estoy sanando. Por ejemplo: a una nena de cinco años se le muere el hermanito y los padres no le hablan, no le dicen nada. La nena no ve más al hermanito y le empieza a doler la panza, la cabeza, se hace pis, empieza a tener un montón de cosas. Entonces va al médico, este la revisa y pregunta: «¿Pasó algo grave en su familia?». «Sí, murió el hermanito». «¿Y ustedes hablaron con la nena?». «No». «Bueno, le van a tener que hablar. Van a ir al jardín de la casa, van a enterrar una semilla en honor al hermanito». Los padres lo hicieron y a la nena se le fue el dolor de panza, el dolor de cabeza, y todo el malestar. ¿Qué tenía la nena? Necesitaba hablar, necesitaba oír, y como esa necesidad de hablar y de oír no estaba satisfecha, apareció un dolor, como una manera de intentar sanar esa carencia.
Una persona a la que llamaremos B se droga o toma alcohol porque tiene una carencia llamada A. Entonces le mete B para tratar de sanar A, pero A nunca se termina de sanar porque A se sana con A no con B. A esa nena que tenía dolor, por más que le dieran medicación, ella tenía una carencia que era la necesidad de hablar y de escuchar. Todos tenemos dos necesidades: una es psicológica y la otra es espiritual. Todos tenemos necesidad de estar sanos, de finanzas, de amigos y todo eso que ya sabemos. Pero hoy quiero hablarte de las dos necesidades que todos los seres humanos tenemos.
La estima
Este es un principio psicológico. Cuando hablamos de estima, nos referimos al hecho de que todos necesitamos que nos miren, que nos escuchen, que nos valoren, que nos acaricien, que nos respeten. Es una necesidad que tenemos desde chiquitos y Dios designó a los padres para ser los primeros en satisfacer esa necesidad. Cuando hablamos, decimos: «Mirame»; «¿me miraste?»; «¿por qué me mirás así?». La mirada es ser escuchado, valorado, felicitado, reconocido, motivado. Esa es la necesidad emocional que llamamos autoestima y que todos los seres humanos tenemos.
La intimidad
Este es un principio espiritual. Todos necesitamos abrirle nuestro corazón a alguien y que alguien nos abra su corazón a nosotros; necesitamos sentir que conectamos. Eso se llama compromiso, vínculo, intimar con el otro, darme a conocer y conocer al otro, relación profunda, relación afectiva. Todos tenemos esas dos necesidades pero ¿qué pasa si me falta estima porque no me miraron, no me valoraron, no me acariciaron, no me reconocieron? Me va a faltar A. Si no puedo construir un vínculo afectivo profundo, verdadero, con algunas personas, me va a faltar eso. Todos necesitamos intimidad, por eso Dios dijo: «No es bueno que el hombre esté solo, le voy a crear a alguien con quien pueda tener intimidad, además de la intimidad que va a tener conmigo».
Estas son dos necesidades a las que les puse letras. ¿Qué pasa si me falta estima o la capacidad de tener intimidad? Me falta A, entonces voy a buscar B: el placer, supongamos que el sexo. Voy a volcarme a lo sexual para tratar de llenar esa necesidad que es psicológica, y la otra que es espiritual. Todos los seres humanos tenemos dos necesidades: la de autoestima (ser mirados, valorados, entendidos) y la necesidad de intimidad (conectar, tener un vínculo verdadero basado en la verdad, en la profundidad que llamamos amor). Cuando a mí me falta A, me falta el vínculo afectivo y no sé tener intimidad. Me falta afecto, autoestima, entonces le empiezo a meter B. ¿Qué quiere decir que le meto B? Le meto droga, o alcohol, o malos amigos, o jueguitos, o compras compulsivas, o comer todo el día… pero cuanto más le meto, más me alejo de mi verdadera carencia. Entonces tenemos a una persona que se alcoholiza o que tiene sexo y le da y le da a eso. Y llega un momento en el que dice: «Me gusta esto». Mentira. Solo está tratando de satisfacer A, una o las dos necesidades que todos los seres humanos tenemos: autoestima e intimidad. Si a mí me falta A, tengo que llenar A con A, no con B. ¿Por qué? Porque por más B que yo le eche, voy a quedar insatisfecho. Necesitamos ser sinceros para identificar si nos falta A porque si nos falta A, tenemos que llenarlo con A no con B.
Veamos algunos ejemplos (extraídos de todos los mails que me escriben). Primero: el hombre seductor que seduce a todas las mujeres y chatea: «Hola bomboncito, qué linda estás»; o la mujer que histeriquea con los hombres. Esa es una conducta de seducción B. Él sale con la secretaria, no tienen sexo sino que histeriquean, se seducen. «¿Con quién estás chateando, mi amor?». «Con unas chiquitas que tengo acá». Ella busca excitar, seducir al otro. ¿Por qué lo hacen? Porque necesitan ser mirados, valorados (eso es A) y están tratando de llenar A con B (seducción); pero por más que seduzcan, les agarra la crisis de los treinta, de los cuarenta, de los cincuenta. El hombre dice: «Hola, ¿qué hacés bomboncito?»; «hola chiquis, ¿cómo va?». Y la mujer dice: «¿Qué pasa?»; «¿qué está haciendo?». Están metiéndole B porque necesitan la mirada, se sienten no valorados, tienen una insatisfacción de estima. Hoy los jóvenes que se sacan fotos, no lo hacen porque tienen un celular, sino por la carencia de A. Las chicas se sacan fotos en poses. ¿Por qué se sacan fotos? Para capturar la mirada porque necesitan que las miren. Y hay gente que les comenta: «¡Qué linda sos!». Esas conductas provocadoras son B. Pero mientras esa chica o ese chico no reconozcan que les falta A, por más B que le metan, siempre quedarán insatisfechos porque A se llena con A, no con B.
Otro ejemplo: «Me gustan todas las mujeres». ¿Por qué le gustan todas? Porque se siente impotente en algún área, siente que hay algo que no le sale bien y necesita sentirse omnipotente. Cree que puede con todas y dice que le gustan las mujeres. No es que le gustan las mujeres, es que está tratando de llenar A que es una carencia de estima. Como se siente impotente en algún área, le mete B y dice que le gustan todas. Es como el que tiene fantasías todo el día. Algunos tienen fantasías de omnipotencia: «Yo me veo cantando en las multitudes»; «yo me veo volando por los aires». Otros fantasean con todas las mujeres, o con todos los hombres, porque ahí se sienten omnipotentes (en realidad porque hay algo de A que les falta y se sienten impotentes). Dios nos hizo para satisfacer A, pero no con B; nosotros no nos damos cuenta de esto, le metemos B y sufrimos. ¿Por qué? Porque A no se termina de sanar nunca.
Otro ejemplo: «Vivo excitado, soy hípersexual». Esa persona puso toda la excitación en un área porque hay áreas que no está disfrutando, tal vez relaciones afectivas o con sus hijos, su trabajo, su vida espiritual. Como no obtiene placer de esas relaciones, su mente puso todo el placer en un área, la sexual, por eso vive excitado, en el mundo del placer. Como hay áreas donde hay una carencia, llámese de estima o de intimidad, entonces pone B para llenar A.
Otro ejemplo: «A las mujeres les digo cosas feas». Es el hombre que va caminando y le dice a una mujer: «Te parto al medio»; «a vos yo te reviento». Algunas mujeres lo dicen para afuera y otras, para adentro. ¿Qué le pasa a esa persona? Tiene bronca porque hay algo de A, de la autoestima o de la intimidad, que no le funciona; entonces esa bronca la conecta con lo sexual. Él se saca la bronca diciendo: «A mí me gustan las mujeres, ¡hay que reventarlas a todas!». Y a ella le gusta que la agarren, que le peguen. Hay una carencia en A. Hasta que no sean sinceros y el Espíritu Santo los lleve a su A y vean dónde está su problema, le van a meter B y siempre estarán frustrados.
Otro ejemplo: el que va solo con prostitutas. ¿Qué le pasa? Se siente inseguro y va a un lugar seguro donde paga y está todo armado. Él saca el billete y la mujer le dice: «Papito, qué macho sos, ¡sos King Kong!». Él se siente con miedo, inseguro en el fondo, por eso recurre solamente a las prostitutas porque allí se siente seguro. ¿Qué es lo que está buscando? Seguridad pero la está buscando en el lugar equivocado. ¿Sabés qué hace Satanás? Satanás sabe que todos tenemos necesidades y nos dice: «Tenés que satisfacerlas», pero nos manda a la habitación equivocada. Y este hombre dice: «A mí me gustan las prostitutas». No, él se siente seguro con ellas porque en el fondo tiene una estima débil, se siente inseguro, por eso busca un lugar donde paga y hace lo que quiere… ¡y encima le dicen que es King Kong!
Otro ejemplo: el casado que cada tanto va con una prostituta. Él dice: «Estoy casado y disfruto con mi mujer, con ella no tengo problema, yo tengo buena estima, yo me quiero, yo me amo, yo soy feliz… pero me gusta cada tanto una canita al aire, llámese prostitución o una chica que me levanto por ahí». ¿Qué le pasa a ese señor? Ese señor se siente encerrado, siente que la intimidad, el compromiso del vínculo afectivo lo asfixia; y como siente que está asfixiado, necesita tomarse un respiro en un ámbito con la amante o con la prostituta. Allí se siente libre, se libera; pero es una canita al aire nada más, porque él sabe que hay que cumplir con los deberes de marido y de padre. Eso le pide el Señor en su Palabra, encima tiene el llamado al pastorado, entonces tiene que cuidar lo que Dios le dio. ¿Cuál es el problema? Se siente encerrado, siente que intimar con alguien le roba algo. En realidad, le falta sanar A y se toma esa licencia, vive en una mentira porque está buscando B. Satanás siempre te dice que te falta A pero te engaña y te manda a la habitación equivocada.
Leí que para matar a las hormigas, los científicos inventaron una comida que les encanta pero no se mueren rápido. El veinte por ciento de las hormigas trabajan más, son las obreras. Las que salen a buscar la comida comen el veneno pero no se mueren; como les gusta, se lo llevan a las otras hormigas hasta que muere la reina y el hormiguero se dispersa, o mueren todas las obreras. ¡Qué extraordinario! Satanás te manda B y te hace sentir bien, hasta llegás a recomendar a B a los demás para que ellos también se mueran a la larga porque lo cierto es que cuando vos recurrís a B, A nunca quedará sano.
Otro ejemplo: el que solo ve pornografía, el que se la pasa todo el día encerrado mirando pornografía pero no tiene relaciones con nadie. Esta persona tiene un problema en el área de la intimidad, tiene inhibiciones grandes, no puede relacionarse, no puede compartir, no puede hablar, no puede construir un vínculo, no puede disfrutar del otro, tiene miedo y se refugia en la pornografía, en la soledad de internet y de las revistas. Se llena mirando. ¿Por qué? Porque tiene una carencia. Todos necesitamos tener intimidad pero cuando eso nos falta tratamos de satisfacerlo de alguna manera y si no es con A, buscaremos B.
Otro ejemplo: personas que tiene relaciones sexuales con su compañera/o y a la hora, o inmediatamente después, están consumiendo pornografía o se están masturbando. Nos han escrito preguntando: «¿Cómo puede ser que tuvimos relaciones, la pasamos bien, y a la media hora pesqué a mi pareja mirando pornografía?». No es un tema sexual, al igual que en todos estos ejemplos que estamos viendo. Es la carencia de afecto, de intimidad. Entonces como la persona no logra disfrutar del placer, del vínculo, de los afectos, queda insatisfecho y busca en la pornografía (o en la masturbación) calmar esa necesidad afectiva. Pero por más que mire y haga lo que haga, nunca quedará satisfecho porque el problema es la carencia que no le permite disfrutar el vínculo afectivo.
Otro ejemplo: el hombre o la mujer que tiene una pareja y también tiene una/un amante. ¿Por qué? Porque entre las/los dos hacen una/uno. Tienen una carencia de placer, de estima, en su vínculo de intimidad que solo logran completar con esa/e amante Por eso mantienen a los dos y así hacen uno. Pero lo que ocurre es que esa/e amante nunca termina de satisfacerlos. ¿Por qué? Porque la carencia no se resuelve con un amante, se resuelve con aquello que está pasando en la pareja.
Otro ejemplo: «Yo quiero sexo pero no quiero amor ni nada de proyecto de a dos»; «yo quiero pasarla bien, no le hago mal a nadie». ¿Cuál es el problema de ese hombre o esa mujer? No quiere compromiso y le tiene miedo al proyecto, al vínculo. ¿Por qué hoy tantas chicas quedan embarazadas y solas con hijos? Nosotros presentamos a chicas jovencitas con el hijo y ¿donde están los papás? Los papás no están porque nunca estuvieron y estas chicas dicen: «Bueno, por lo menos tengo algo mío» porque tienen una necesidad de sentir que tienen algo, que valen para alguien y muchas (no digo todas) «encuentran» eso que les falta a través del bebé al que tratan como un juguete. Tienen la carencia de la soledad, de conectar con alguien, de sentir que tienen algo propio.
Leemos en La Biblia que el apóstol Pablo que estaba en la cárcel. A él no le faltaba dinero sino afecto, intimidad con alguien. Entonces el amigo que estaba con él, Epafrodito, les llevó una carta a los filipenses y estos le mandaron una ofrenda a Pablo. Y cuando vino con la ofrenda, Pablo se alegró pero no por la ofrenda (les aclaró que no tenía necesidad de dinero) sino porque ellos pensaron en él. Les dijo: «Yo estaba necesitando que alguien piense en mí». De esta historia podemos extrar dos ideas:
Dios tiene gente designada para sanar mi vida
Dios levantará filipenses que vendrán a sanarte, a bendecirte. Hay alguien que pensará en vos, te valorará, te cuidará, te mirará, te abrazará y te dará la palabra que estás necesitando para que no te envicies más con B. Cuando a los hijos de Dios nos falta A, Dios nos manda a alguien para que sane nuestra estima, nuestra intimidad. Pablo se sintió mega alegre, preparate porque viene una alegría «mega», un gozo grande, y las heridas, las carencias, la baja estima, los miedos serán sanados. ¡Alguien va a venir a bendecirte! Pablo escribió en la carta a los filipenses que aprendió a vivir en riqueza y en pobreza, en carencia y en abundancia. Y de aquí surge la segunda idea:
Tengo que aprender a vivir con mis carencias sin volverme loco
Te falta estima, tenés miedo, etc., etc.; pero mientras Dios te satisface esa carencia, tenés que aprender a vivir. Pablo dijo: «Yo aprendí a vivir cuando me faltó, literalmente cuando comía hierba, y aprendí también cuando tenía abundancia; aprendí cuando tenía baja estima y aprendí cuando tenía buena estima». Antes de satisfacer tu carencia, Dios te enseñará a vivir arriba o abajo. Abajo es pobreza, carencia y arriba es abundancia. «De arriba para abajo y de abajo para arriba, todo lo puedo en Cristo que me fortalece. Me pasó eso pero yo puedo controlarlo en Cristo, ya no necesito la droga, la pornografía, la mala yunta porque todo lo puedo en Cristo que me fortalece». Si vos mirás para atrás, decís: «Sí, fui abandonado, fui maltratado, no tuve estima pero he aprendido que el Espíritu Santo me dio poder porque todo lo puedo en Cristo que me fortalece». Y este poder no es para resucitar, escupir fuego o abrir mares; es poder para el diario vivir. Cristo nos da fuerza para cada circunstancia de la vida diaria, para que la podamos manejar. Ya no necesitamos B. Mucha gente que viene a la iglesia antes pegaban, robaban, se drogaban, mentían pero ahora no lo hacen. ¿Por qué? Porque todo lo pueden en Cristo que los fortalece.
Dios te mandará gente para sanarte porque Él suplirá todo lo que te falta conforme a las riquezas en Cristo Jesús. Pablo estaba agradecido porque le faltaba mirada, atención, y ellos pensaron en él, lo pusieron en su mente. Qué importante es cuando vos le decís a alguien: «Esta semana pensé en vos». «¿No me digas?». «Sí, y oré por vos». Hay gente a la que saludás y se sanan; y hay gente a la que no saludás y se vuelven locos porque vuelven otra vez a tocar la carencia. Pero el Señor les dice: «Todo lo podés en Cristo que te fortalece». Pablo les dijo a los filipenses: «Yo tengo la fuerza de Dios pero hicieron bien en mandarme el dinero». Lo que le mandaron en realidad era porque Pablo pensaba salir de la cárcel y tomarse el barco para seguir predicando. Tenés que tener «mente de cárcel de Pablo»: no importa lo que te aprisiona, de ahí salís y seguís caminando; salís de la deuda y seguís caminando; salís de esa enfermedad y seguís caminando. Dios te mandará gente para darte las fuerzas de estima y de intimidad.
Por eso cuando el Señor te sana, cambiás de amigos porque a muchos amigos los tenías para sanar A pero ahora que Él te sana, le decís chau a B. Pablo valoró que los filipenses pensaron en él y le mandaron una ofrenda, usaron el don de dar, aunque él no tenía necesidad financiera. Pero es interesante que Pablo abrió una iglesia en Corinto y allí había unos problemas terribles, se peleaban, se dividían, tomaban la cena del Señor y se emborrachaban, eran ciento cincuenta o doscientos pero ¡valían por diez mil! Y cuando Pablo estuvo ahí, los de Corinto le quisieron dar una ofrenda pero él dijo: «No, no quiero su dinero». «¡Pero Pablo te queremos ayudar para que puedas seguir viajando!». «No, no, no, se guardan su dinero, no lo acepto». No aceptes limosna porque hay gente que te va a dar cariño, te va a dar estima, pero después te lo van a cobrar. «Yo te ayudé, yo estuve con vos, ¿ahora no vas a estar conmigo?»… quieren pasar a cobrar. Y Pablo sabía que ellos querían darle para después pasar a cobrar. Dios tiene filipenses en algún otro lado que te darán por la alegría de dar, de valorarte, de amarte, de tener intimidad con vos sin que quieran sacarte nada.
Zaqueo era petiso y se subió a un árbol para ver a Jesús. Y el Señor le dijo: «Zaqueo, quiero ir a comer a tu casa». ¡Qué mal ejemplo! ¡Qué mal testimonio! Mal hecho. Jesús tendría que haberle dicho: «Pecador, te vas a pudrir en el infierno vos petisito que estás en el árbol, desgraciado, ladrón, devolvé lo que robaste, ¡juicio de Dios!». ¿Qué hizo Jesús? Dijo que quería ir a comer con Zaqueo, el recaudador de impuestos. Y fue a comer a su casa. Cuenta La Biblia que Zaqueo le anunció al Señor: «Lo que robé lo voy a devolver con intereses». En un almuerzo, Jesús logró lo que nosotros no logramos ni a mazazos. ¿Por qué robaba Zaqueo? Porque se sentía solo, tenía baja estima, sentía que nadie lo quería. Jesús cuando lo vio, no le dijo: «Te voy a prosperar» porque él estaba lleno de B. Jesús le dijo: «Vení Zaqueo, yo te voy a dar A, vamos a comer juntos, vamos a charlar, te voy a escuchar, te voy a querer». Y cuando Jesús le sanó A, Zaqueo dijo: «Ya no necesito más B, es más, tengo una alegría tan grande que voy a repartir B hasta con intereses, les voy a devolver a todos lo que les robé». Cuando te falta A, el Señor te da A.
Y Pablo termina diciéndoles a los filipenses: «Hicieron bien». La frase es «hicieron una obra de arte». Cuando damos, somos artistas en dar. A los filipenses también les faltaba A, porque a todos nos falta algo; pero cuando ellos mandaron su ofrenda, su cariño, su mirada, su pensamiento en Pablo, al apóstol les dijo mi versículo preferido (además de «Todo lo puedo en Cristo»): «Mi Dios suplirá todas las carencias que tengan conforme a las riquezas en gloria de Cristo Jesús, porque ustedes pensaron en dar». Hoy las personas se juntan, se separan, salen con uno, salen con otro, no saben lo que es construir un vínculo, se enamoran por Facebook, se pelean, se meten en B para llenar la carencia de A. ¿Por qué? Porque esta sociedad no te enseña a construir tu estima, a valorarte, a disfrutar la intimidad, el placer, el ser genuino, el ser transparente, el ser sincero. Esta sociedad nos dice: «Metele B: plata, sexo, pornografía, coche, prostitución, bronca, robo, mentira… y serás feliz». Y todo eso es una gran mentira. Por eso, hoy tenemos la generación de los chicos destruidos buscando sanar A.
Pero hay una buena noticia: hay una iglesia como la de filipenses que sabe que hay Pablos que están en la cárcel y les van a mandar A. Nosotros vamos a pensar en ellos, vamos a amarlos, vamos a darles pero no como los corintios que daban para ver cuándo podían cobrar. Le dije a una de las pastoras de este ministerio: «Si vos estás en un ministerio, te salís de ese ministerio y la gente te sigue a vos, hiciste mal el trabajo; porque la gente de un ministerio sigue a Dios, no te siguen a vos». Si yo me voy de esta iglesia y me llevo gente conmigo, hice un mal trabajo. Porque no me tenés que seguir a mí, tenés que seguir el sueño de Dios porque Él es el Alfa y la Omega, y todas las letras del abecedario. Él es la letra que necesitamos. Yo te hablé de A y de B pero el Señor te dice: «¿Te falta J? Yo soy J. No te engañes más, no metas más algo distinto para sanar lo que te falta». Mi Dios suplirá todo lo que me falta.
Pablo usó varias imágenes. Primero, él se sentía como una plantita cuidada; y después los trató a ellos como artistas que pintan una obra de arte… los creyentes artistas que usan sus dones como Picasso. Cuentan que Picasso le hizo un garabato a un periodista y dijo: «Salió mal» y lo tiró; y el periodista lo agarró del tacho y le preguntó: «¿Cómo lo tira, maestro?». «Es un garabato». Pero una cosa es un garabato y otra es un garabato de Picasso; una cosa es un garabato de Bernardo y otra es un garabato de Picasso; una cosa es una pelota de fútbol en mi pie y otra es una pelota de fútbol en el pie de Messi. Pablo les cambió la imagen a los filipenses, les habló de «business» y les dijo: «Ustedes aumentaron su cuenta en los cielos». Porque cuando vos le das a alguien, Dios baja y te bendice. Por eso, la mejor manera de sanar lo que sufrimos ayer es hacer activamente hoy algo por alguien, pero no para esperar que ese alguien te lo devuelva. Dios ya preparó a alguien que te bendecirá y vos serás la bendición que se suelte sobre alguien más.
Cuando el Señor te sana, te da buena estima y podés constituir una relación profunda, de intimidad, un vínculo de familia, de pareja, de matrimonio sano. Ya no necesitás ver, ya no te tienta el poder, el dinero, el sexo, la droga. No lo necesitás porque todo lo podés en Cristo que te fortalece, Dios ha suplido tus necesidades conforme a sus riquezas en gloria. Él es todo el abecedario y va a llenarte con su presencia. Su presencia es como un río que se mete en las habitaciones de tu vida, en la habitación de tu cuerpo que no fue acariciado, en la habitación de tu alma, de tu estima, de tu motivación. El río se mete en tu corazón, sana tus miedos y limpia tu baja estima, saca toda la porquería, toda la ira, todo el resentimiento, toda la envidia, todos los celos. Y el río empieza a crecer, es un agua cristalina que te llena de Él y ahora decís: «Todo lo puedo con Cristo». Llénanos Señor con tu presencia, con tu plenitud, unge nuestra cabeza para que nuestra copa desborde. Sé libre de la droga, del alcohol, de la prostitución, del robo, del engaño, de la histeria, del orgullo, del miedo, de la agresividad, de la fatiga, del abandono, de la pasividad, de la religiosidad, del control. Amén.