Mi testimonio de vida
Recuerdo que era junio del año 2000, cuando hacía unos meses me diagnosticaron sordera crónica (ambos oídos amputados)
Fue después del diagnóstico que entré en una gran depresión por esta enfermedad y rebeldía contra Dios contra los que me habían echo mal, al punto de pensar que nadie me quería, ni me iba a querer en ese estado de sorda y solterona.
Me vine abajo rápidamente, no hablaba con nadie, no quería que nadie me dijera nada, ni que la iglesia me orara.
Por dentro sentía la necesidad de ir a buscar a Dios, sentarme en su silla y preguntarle: ¿Por qué a mi?-¿en que he pecado?-¿Qué hice para merecer esto?!-
No sabía si era víctima o culpable. Si era víctima, tenía derecho a sentirme enojada; si era culpable no me hacía cargo del castigo.
A veces las cosas suceden por un motivo que sólo Dios sabe y nos nos hace saber a nosotros hasta que no es el tiempo.
Mientras tanto… ¿que? Que se debe hacer?
Recuerdo que leí algo que me marcó y decía algo así:
“Nadie obtiene aceite sin machacar el olivo,
Nadie tiene perfume sin machacar la flor,
Nadie tendrá vino sin pisar las uvas,
Y nadie sabrá quien eres si no pasas por tribulación”
Empecé a ver a Dios de otra manera, empecé por querer comprender su corazón, aunque no entendiera porque estaba pasando por esta depresión y ésta enfermedad…
Y Dios me sorprendió dándome a entender cosas nuevas, como empezar a estudiar lengua de señas, conocer comunidad de sordos y discapacitados, tuve amigos nuevos
Eran mis compañeros de lengua de señas a quienes Dios usó para que yo saliera de la depresión y enfermedad que a decir verdad era más del corazón que de oídos.
Ante la enfermedad o la depresión, haz una fiesta!
Era el día de mi cumpleaños número 26, teníamos clases de señas ese día, no recuerdo haberle dicho a nadie que yo cumplía años.
Fui a clases y tuvimos clase como siempre, hubo un recreo y me llamaron de la oficina para hablar conmigo, terminó el recreo y al volver al aula, todo estaba oscuro, me dijeron que se había cortado la luz y que sacáramos nuestros bolsos del aula.
Así que entré… no veía nada, de repente se prende una vela…
Prendieron las luces y ahí estaban todos mis compañeros y profesores de señas, con gobos, guirnaldas, torta… y en la pizarra escrito: “FELIZ CUMPLE NATY!!! TE QUEREMOS!”
Nunca en mi vida me voy a poder olvidar de algo así. Me mintieron que se había cortado la luz, para darme la sorpresa!
Ese fue el dia en que la depresión se fué, hubo un antes y un después, pues yo creí no tener mas a nadie, pero todos estaban ahí… festejándome!
Esa fiesta muy bien organizada por mis compañeros cómplices de futuros “eventos” (porque de ahí en más yo organizaba los cumples de todos)
Hicimos tantas cosas juntos además de estudiar, que no recordaba que era sorda, no tenía presente mi aflicción, yo era una sorda que escuchaba con los ojos.
Dios quizo que tuviera otro sentido mi vida. No tiene sentido vivir con depresión.
Si tienes una enfermedad o familiar o amigo enfermo, sólo necesita un corazón alegre. La Biblia enseña:
Proverbios 17:22 “El corazón alegre constituye buen remedio; Mas el espíritu triste seca los huesos”
Un buen remedio es mantener un espíritu alegre, positivo!
Yo me dije: “si a mis padres les dá tristeza que yo esté así, a Dios Padre mucho más!”
No le pregunté más a Dios porque no me sanaba,o porque me pasaba esto a mi; sólo decidí convertirme en una persona alegre, porque ahora sé que puedo ser el remedio de muchos que estén tristes… en Dios hay esperanza para tu porvenir!
Dios te bendiga con un gran gozo!